El verano es una época para disfrutar y permitirse algún que otro exceso en cuestión alimentaria. Suele ser época de vacaciones, de tener un merecido descanso del trabajo y escapar de la rutina durante unos días, también en cuestión de alimentación. Sin embargo, en esta época hay que estar especialmente atento a un enemigo que pega más fuerte que nunca durante los meses estivales: la salmonelosis.
Precisamente en los meses de julio y agosto, cuando las temperaturas son más altas, se registra un mayor número de brotes de enfermedades cuyo origen o causa son el consumo de alimentos que, aparentemente, están en buen estadio, pero que se encuentran contaminados por bacterias que gana especial fuerza en su desarrollo gracias, precisamente, al calor.
Causas de la salmonelosis
¿Por qué se produce la salmonelosis? Las bacterias pasan del ambiente a los alimentos sin ser nosotros conscientes de ello, a través de manos sin lavar (o lavadas de manera incorrecta), superficies sucias o de un incorrecto proceso de cocinado.
La principal fuente de infección suelen ser alimentos como huevos (y sus derivados como mayonesa, clara batida o cremas), carnes (especialmente las aves), pescado, marisco, leche (y otros productos lácteos) e incluso agua.
Una de las características principales de la salmonella es su capacidad para sobrevivir durante un largo periodo de tiempo, especialmente en ambientes cálidos o muy cálidos, ya que las altas temperaturas ayudan al crecimiento bacteriano. A ello se le añade cierta relajación durante estos meses en las pautas de higiene y conservación de alimentos: comidas al aire libre, comidas en grupo numeroso, mayor consumo de productos crudos o poco cocinados, etc.
Prevención de la salmonelosis
¿Cómo podemos luchar contra la salmonelosis? El principal consejo es la prevención y la exigencia a la hora de la higiene personal y también a la hora de manipular y cocinar los alimentos que vamos a introducir en nuestro cuerpo. El calor no debe ser excusa para mantener la alerta en verano contra las bacterias, un enemigo invisible y peligroso.
- Lávate las manos con agua y jabón antes de preparar los alimentos o sentarte a la mesa a comer
- Higieniza la superficie en la que vas a preparar la comida y asegúrate de que están limpios los recipientes y utensilios que vas a emplear durante dicha preparación
- Presta especial atención a los paños y bayetas de cocina que utilices para limpiar superficies y utensilios, ya que en caso de no estar bien limpios pueden extender la infección. Nuestra recomendación es renovarlos con asiduidad y esmerarse en la limpieza de los mismos
- Refrigera carnes, pescados, mariscos y moluscos cuanto antes tras realizar su compra. Una continua exposición al sol o a altas temperaturas sería muy contraproducente. Utiliza si es necesario aluminio o plástico de uso alimentario
- No te la juegues con los huevos. No los consumas si presentan grietas o directamente están rotos, almacénalos en un lugar fresco y seco y respeta la fecha de consumo preferente
- Cocina bien las carnes, especialmente las de ave, y los mariscos y moluscos que hayas adquirido aún vivos
- Organiza bien los alimentos, ubicando los cocinados siempre por encima de los crudos, para evitar de que, en caso de goteo, estos últimos no contaminen a los primeros
Conservación de la comida preparada
Una vez tenemos claras una serie de claves para la prevención de la salmonelosis con los alimentos durante su adquisición y posterior preparación, también sería interesante saber cómo conservar adecuadamente la comida una vez preparada.
En primer lugar, debes evitar el contacto entre los alimentos crudos y la comida ya preparada, para que no se produzca ningún traspaso indeseado a nivel bacteriológico. Las mayonesas (y otras salsas parecidas) se deben guardar en el frigorífico una vez se haya abierto el bote.
Sobre las temperaturas de mantenimiento, los expertos recomiendan mantener a 8ºC (o menos) los alimentos con una vida útil inferior a las 24 horas, a 4º (o menos) aquellos cuya vida útil es superior a 24 horas y a 65ºC (o más) los alimentos conservados en caliente. Además, a la hora de poner a punto comidas refrigeradas o congeladas deben recalentarse en el menor tiempo posible e intentando alcanzar la temperatura antes mencionada de 65ºC (o más) en la zona central del producto.
Siguiendo esta serie de pautas reducirás al máximo las posibilidades de contagio. De todos modos, ten en cuenta los posibles síntomas de la salmonelosis: fiebre alta, dolor abdominal, diarrea, náuseas y, en ocasiones, vómitos. En la mayoría de casos suelen ser leves, pero en niños y niñas y en ancianos la deshidratación causada por la bacteria podría acarrear una mayor gravedad. Los síntomas aparecen entre 6 y 72 horas después de la ingestión del alimento contaminado y suele durar entre dos y siete días.
Para no sufrir ningún contratiempo y poder disfrutar al máximo del verano, ten en cuenta nuestros consejos contra la salmonelosis. En Dialprix siempre nos esforzamos por cuidar de ti.